En los tiempos que corren, cuando se habla de bodas
aún es frecuente escuchar comentarios del tipo “las bodas son para las novias”,
“lo que diga la novia”, “como quiera la novia”…etc.
Es cierto que La Novia quizá tiende más a manifestar
sus emociones, sus nervios y preocupaciones. Sin embargo esto no implica que El
Novio tenga que pasar a un segundo plano…ya que él también se casa, siente y
padece!
De hecho, en contra de ideas como por ejemplo, que
“El Novio pasa o se escaquea”, en la mayoría de las bodas que he experimentado,
tanto personal como profesionalmente, El Novio ha jugado un papel fundamental
en la organización, generalmente con buen criterio e ideas muy claras, y,
muchas veces un gusto exquisito.
Desde mi punto de vista, La Boda es por y para los
dos, compartida con las personas que quieren, por lo que debe tener
ingredientes de las dos partes, para que los invitados lo perciban así, un
receta que no falla por el mismo motivo por el que se unen.
El Novio tiene un papel clave el día de La Boda como
anfitrión, aportando el toque de elegancia, intriga y serenidad en los momentos
más “difíciles”; el Novio espera y recibe a los invitados, espera a La Novia,
y, a veces tiene un guión más largo o complicado.
Para él también es una experiencia nueva, nunca se
ha metido en “ese traje” ni se ha puesto “esos zapatos”, al menos no para dar
ese paso, lo cual le da todo el derecho a estar nervioso, emocionado y a ser
protagonista.
Por suerte he podido observar como algunos Novios
elegían vajillas y mantelerías preciosas, o preparaban y supervisaban hasta el
último detalle el día de su boda, tan entusiastas y perfeccionistas como sus
futuras esposas…tan sencillos, tan guapos y divertidos…vivan Los Novios!
María Nieto Lerdo de Tejada