9 de febrero de 2012

¿Cuándo me caso?


¿Primavera u otoño? ¿Viernes o sábado? ¿Mañana o tarde?...son algunas de las primeras cuestiones que nos planteamos a la hora de decidir la fecha de la boda y…¿Por qué no invierno? ¿Por qué no domingo?.

Si analizamos la época del año, es natural pensar que en primavera y otoño las temperaturas serán más agradables e incluso si se quiere celebrar al aire libre, el verano puede parecer lo más acertado.

En ocasiones se condiciona tanto la fecha de la boda a determinados meses del año por el supuesto “buen tiempo” que cualquier desviación en relación a lo esperado supone un grave trastorno, que cada vez se puede prever con menor antelación.

Y es que el tiempo es prácticamente lo único que no podemos controlar a la hora de organizar una boda, si además tenemos en cuenta que tanto en primavera como en otoño nos encontramos con los meses más inestables del año, y que en verano las altas temperaturas nos pueden jugar malas pasadas…parece que el invierno puede cobrar ventaja.

Un frío día soleado, la nieve a tono con el vestido de novia, pieles, terciopelos y elegantes tejidos invernales, la decoración navideña, el calor de una chimenea o un menú calentito pueden resultar tan atractivos como los colores primaverales.

La mayoría de la gente prefiere comenzar la celebración por la tarde-noche, atraídos por ideas románticas, como cenar a la luz de las velas, o más bien juerguistas como bailar hasta el amanecer. Sin embargo, si se quiere aprovechar el día al máximo, lo ideal es comenzar por la mañana o a mediodía, podrán tener unas fotos preciosas con la mejor luz natural, sin prisas y sin pausas, además de disfrutar de la noche y con más tiempo para saborear su momento.

Por otro lado cuando se trata de una boda grande o en la que muchos invitados vienen de fuera, celebrarla en sábado facilita las cosas. Pero si se trata de una boda pequeña o los invitados no tienen que viajar, un viernes, un domingo o incluso un jueves pueden ser una buena alternativa, aprovechando fiestas o no.

Fijar una fecha en fuera de temporada puede tener innumerables ventajas para Los Novios, tanto económicas como de calidad: los proveedores estarán más relajados y concentrados en su boda y podrán dar un mejor servicio a mejor precio. También lo agradecerán algunos invitados saturados de eventos en mayo, junio y septiembre o preocupados por cuadrar los compromisos con sus vacaciones de verano, por lo que asistirán encantados a una celebración en noviembre o febrero.

Personalmente animo a las parejas que decidan dar el paso a que en la medida de lo posible consideren fechas más atípicas, ya que encontrarán facilidades en todos los sentidos y quizá su “gran día” gane protagonismo. En cualquier caso siempre podrán contactar con Wedding Planner que les ayude a conseguir ventajas y evitar desventajas sea el momento en el que sea.


María Nieto Lerdo de Tejada


Madrid, 9 de Febrero de 2012 

No hay comentarios:

Publicar un comentario